Al ser conquistada Judá el país quedó en ruinas. Aunque la mayoría de la población permaneció en Palestina, un núcleo considerable del pueblo fue llevado al destierro.
El período exílico (587-538 a.C.), que se caracterizó por el dolor y el desarraigo, produjo una intensa actividad religiosa y literaria. Durante esos años se reunieron y se pusieron por escrito muchas tradiciones religiosas del pueblo.
Ciro, el rey de Anshán, se convirtió en una esperanza de liberación para los judíos deportados en Babilonia (Is 44.21-28; 45.1-7). Luego de su ascensión al trono persa (559-530 a.C.) y su entrada triunfal a Babilonia (539 a.C.) puso de manifiesto su tolerancia religiosa al promulgar, en el 538 a.C., el edicto que puso fin al exilio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario